8 de Julio de 2011:
Ay, qué bien sienta desayunar tranquilo y en buena compañía. Hoy estamos con Sandra y César. Unos chicos canarios que quieren recorrer la isla en bici. Vaya moral! De repente aparece Nilú con un nuevo miembro de la familia, Patrick, un cachorro de perro muy majo, y con una paciencia inagotable que aguanta estoicamente los agarrones y tirones que le da Nilú.
A continuación se produce un fenómeno de lo más curioso, César, al que apodamos "el señor de las bestias" después de esto, consiguió que la mona Sinta y el perro Patrick se hicieran íntimos compañeros de juegos. Era graciosísimo ver cómo el mono se ponía a despiojar al perro o se mordían el rabo el uno al otro.
Salimos en ruta. Hoy visitaremos los sitios que están cerca de Ubud y que habíamos ido dejando. Cogiendo el camino de los arrozales, volvemos a pasar por Ceking para que lo vea Pablo y seguimos hasta Sebatu para ver "el otro" Gunung Kawi, o también conocido como el templo de los 300 escalones.
La entrada son 10000Rp cada uno. Es necesario llevar sarong, y como para llegar a la entrada del templo te obligan a pasar por un laberinto de tiendas de souvenirs y batiks, terminamos comprándonos 2 por 80000Rp (de batik del bueno, según la mujer que nos lo regateó hasta la saciedad. Habrá que ver cuando lo lave si es bueno o no, jejeje). Después del laberinto de los souvenirs, toca la bajada de los 300 escalones. Está todo pensado, en cada rellano donde el turista se para a descansar, hay un puesto de artesanía o de bebidas frías que curiosamente tienen diferente precio si vas bajando o subiendo, jejeje. El templo en si, es como el resto de templos, salvo que tiene una parte excavada en la roca y el entorno es bonito por haber un rio y muchos árboles. El incoveniente es la subida de los 300 escalones para salir, pero merece la pena.
Cogemos carretera dirección a Goa Gajah, la cueva del elefante. Es un buen sitio para comprar artesanía por la cantidad de tiendas que hay a lo largo del camino. Hay tallas de madera, esculturas de piedra, lámparas, marionetas, cometas, máscaras... de todo, y seguramente se pueda conseguir a mejor precio que en Ubud.
Paramos a comer en el único warung que vemos. Nos atiende una señora con pinta de ama de casa. De hecho el comedor es parte de su casa, y para ir al baño tienes que pasar por las habitaciones. La mujer no sabe nada de inglés, y nos tenemos que entender señalando las cosas o haciendo gestos. Se ve que no paran muchos turistas por allí. Comemos los tres por 60000Rp con bebidas incluídas.
La entrada al Goa Gajah, otras 15000Rp cada uno. Otro paseo por el laberinto de los souvenirs antes de llegar al templo. Este, la verdad, aunque recibe muchas visitas, yo no le veo el interés. La famosa cueva del elefante, es un pasadizo vacío con 3 piedras dentro que se supone son representaciones fálicas de algún dios. En la puerta hay una gran talla en piedra del creador de la cueva.
En el templo también hay una zona de baño purificador que promete la juventud eterna a quién use sus aguas, así que no sé si por el calor que hacía o por la búsqueda del elixir de la eterna juventud, todos los lugareños se mojaban la cabeza. El templo seguía hacia abajo, adentrándose en el bosque selvático, pero con el calor que hacía decidimos seguir camino.
Begoña nos había recomendado visitar una colección privada de máscaras y marionetas en un pueblo de camino a Ubud. El lugar fue difícil de encontrar porque no es un museo ni una galería, si no la casa particular del coleccionista. La verdad es que era un sitio muy cuidado, muy tranquilo (de hecho estábamos sólo nosotros) y las exposiciones estaban dentro de casas originales típicas javanesas, traidas desde Java.
La colección consta de miles de piezas entre máscaras, marionetas, figuras de sombras chinescas.. todas en perfecto estado de conservación y a cada cual más bonita. Todo un lujo haber podido visitarla, y además no se cobra entrada, sólo hay una hucha para donaciones. Eché 5000Rp y firmé en el libro de visitas. Es un sitio que recomiendo al 100% ya que la colección es espectacular y no es para nada conocido.
Volvimos a Ubud y por el camino perdimos a Pablo. Al parecer se había parado en un puesto de la carretera buscando una escultura de timor que le gustaba.
Descansamos un poco en los bungalows. Duchita fría antes de volver a bajar. Habíamos quedado con Begoña en la puerta del palacio para ir a ver una danza tradicional en una localidad muy cerca de Ubud. Cada entrada son 80000Rp, pero parte de ese dinero se lo dan a la ONG de Begoña.
Hay distintos tipos de danzas y todas se representan en distintas zonas de Ubud y alrededores. Difieren en la música, las voces, la temática de la representación, los trajes, los instrumentos..
En este caso íbamos a asistir a una de Jejog, la preferida de Begoña. Se caracteriza por los instrumentos utilizados. Una especie de xilófonos gigantes hechos con troncos de bambú. Aunque la percusión es la protagonista, las danzas también son dignas de ver. Es muy llamativa la forma de mover los brazos, dedos, cuello y hasta los ojos, para transmitir el sentido de la historia. La coreografía, los coloridos trajes, el detallado maquillaje, los elaborados peinados.. precioso. Y un toque distinto al resto de danzas, se puede subir al escenario a "sentir" la música, sentándose debajo de los instrumentos para notar su vibración. Y al final de la actuación se puede probar a tocar los instrumentos. Muy divertido.
En la actuación hemos conocido a un matrimonio riojano, Begoña y Emilio y nos hemos ido a cenar con ellos a otro de los warungs que nos recomendó Begoña (50000Rp), en la misma calle que el Warung Local, pero justo al final. Hay que estar sentado en el suelo, pero la comida es buena y barata.
Se nos hace un poco tarde porque hemos estado de charla así que nos despedimos y nos volvemos a la cama. Son un matrimonio muy simpático, esperamos volver a coincidir con ellos otra vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario